CRIMEN DE GUALBERTO YAUZA El testimonio que nunca se conoció públicamente
El crimen de Gualberto Yauzá es uno de
los emblemáticos casos que aun permanecen sin resolver y que desde siempre tuvo
como particularidad la de involucrar públicamente –porque en los hechos nunca
se probó nada- a la Policía de Soriano, desde sus más altas jerarquías hacia
abajo.
Recordamos que Yauzá apareció muerto en
el aserradero que tenía en camino Luis Tuya, rumbo a parque Mauá, víctima de
heridas de arma de fuego, el 28 de diciembre de 1998.
Hoy le ofrecemos un testimonio de alguien
que conocía al occiso, sus movimientos y relaciones, así como también fue
testigo de determinadas situaciones que generan mayores dudas sobre lo que la
ciudadanía ha venido sosteniendo desde un primer momento.
Santiago Calcagno, vive en zona de
Aparicio Saravia casi donde se junta con continuación Roosevelt, tuvo
relacionamiento con Gualberto Yauzá durante varios años, “lo conocí en Paysandú
en un camión, en un bar, allí entramos en amistad, después lo vi en Punta del
Este, luego en Montevideo, daba la casualidad que siempre nos encontrábamos.
Pasaron los años sin vernos, hasta que nos encontramos en Mercedes, en el bar
que estaba en la esquina del Hospital, cuando lo tenía Lamarque, iba a comer
allí.
A los días me entero del negocio que
tenía en Mauá, yo ya vivía en Aparicio Saravia, nos empezamos a ver todos los
días, entramos en confianza y a partir de ello conversábamos varios temas en
confianza”.
Aclara que nunca trabajó con él,
“andábamos juntos en la camioneta, iba al lugar con él, nunca fui empleado de
él, yo iba al trabajo de él, él iba a casa, yo precisaba algo lo tenía, él
precisaba algo yo se lo daba, hasta que esa amistad hizo que comenzáramos a
contarnos cosas en confianza”.
Aun recuerda el momento en que le
preguntó a Yauzá estando en el predio del aserradero de éste, “¿no trabajás
hoy?, juntamos dos sillas y nos ubicamos debajo de un árbol a tomar un
refresco. ¿Por qué no trabajás? La respuesta de él fue: “no trabajo porque me
van a matar. Ya me llamaron y dijeron que me van a matar. Para qué voy a
trabajar, para dejar para otro”. Ante ello le digo, ya que nos conocemos de
tanto tiempo porque no me contás lo que está pasando. Cuando iba a hablar,
aparece una persona y para que no se enterara nadie le digo cortá la
conversación. Seguimos charlando de otros temas, era un sábado.
Al otro día nos encontramos en la isla
del Puerto, estuvimos conversando los dos y la madre, lo vi en un estado de
nervios bárbaro, ya no era la misma persona. Le pregunté, pero como estaba la
madre, no quiso hablar delante de ella, “después lo hablamos” me dijo.
El se vino para la casa de él, yo me
quedé en la isla, de tarde lo esperé en casa porque me dijo que iba a ir, no
llegó”.
Ese domingo, dice Calcagno, “veo la
camioneta de él alrededor de las 10 u 11 de la noche, no sé si iba él
manejando, venía de Mercedes por Roosevelt rumbo al aserradero, era la
Internacional verde, venía muy ligero, las luces altas prendidas, encandilando.
Estaba en el garage de casa, me llamó la atención que fuera él, me pregunté
¿será él?
Como a los 10 minutos veo venir del lado
de Mauá, un patrullero y un Fiat Uno en ese orden, despacito, como haciéndole
campana el patrullero al Fiat. Cuando llegan a la esquina de casa (intersección
con Roosevelt) se abren, el patrullero por Aparicio Saravia y el Fiat buscando
el centro. No le tomé atadero”.
Al día siguiente, lunes, “como a las 8 de
la mañana voy al Banco República a pagar una cuenta. Había problemas en una
computadora y por lo tanto no podían cobrar. De allí me voy para el negocio de
Yauzá y me encuentro en ese drama. Pregunto y me dicen que lo mataron, “vos
estás loco” le digo al que me cuenta, “ayer estuvo conmigo tomando mate en la
isla”. Voy me fijo, estaba muerto, tirado entre los troncos, de short, de
zapatos y sin camisa”.
Concurre al entierro y posteriormente a
Palmitas donde lo llevaron, “cuando llego de Palmitas, a los 5 minutos, llegan
los de Investigaciones a casa, preguntándome sobre la vida de Yauzá y quién era
la mujer de él, que él tenía una amante. Como en ningún momento sospeché nada,
dije quien era la amante.
El martes me vuelven a citar, me
preguntaron si lo conocía y si había visto algo, les dije que esa noche vi el
patrullero y el Fiat Uno, pero en ningún momento capté quienes iban en el Fiat
Uno, muy parecido al que muchas veces
estaba parado frente a Investigaciones, me llamó la atención.
El miércoles volvieron a citarme y
posteriormente comenzaron a ir a mi trabajo”.
¿Quiénes fueron a su casa?
“A mi casa siempre fueron los de
Investigaciones, nunca fue un policía, cada vez que me iban a buscar siempre
fue Ortega, al trabajo siempre iba él –cuando trabajaba en Incoci con 60
obreros más- con el chofer, no daba la cara”.
Cuando usted no relacionaba el tema, les
dijo quien era la amante
“Sí, le dije quien era la amante”.
¿Había hablado alguna vez ese tema con
Yauzá?
“Yo lo había visto y él tenía la
costumbre de contar mucho, como cualquier bandideada, sabía que esto era una
joda para él”.
Cuando hablamos de la amante, ¿es la
misma que se vinculaba a gente de la Policía?
“Si te ponés a analizar me parece que sí,
estoy seguro que sí. Ella tiene mucha amistad con la Policía y con
Investigaciones”.
Luego continúa el relato, explicando que
cuando fue citado el miércoles, “me preguntaron por una pistola 7.65, les
respondí que yo nunca tuve armas. “Dicen que vos te peleaste con él en el
puente por una mujer”, quién le dijo eso, es un verso nuevo que inventó
Investigaciones les dije. Salieron a buscar firmas de los vecinos tratando de
ensuciarme, me querían prender a mi como el asesino de Yauzá, como tenía
amistad con él.
Me cita el juez, voy al Juzgado, me
pregunta si sabía algo del crimen, le digo que no, que lo único que sabía es
que me había dicho que lo iban a matar y no alcanzó a decírmelo y que esa noche
vi el patrullero y el Fiat Uno. Me suelta el juez, me vuelve a citar
Investigaciones, pero antes de ir voy a la casa de Valenti, fui acompañado de
un militar. Le preguntamos si había estado preso, me dice que sí que había estado
en la Seccional 2ª. Ahí me dice: “vos sabés que yo tenía un arma y me la pidió
Carlitos Merlo y yo se la dí, para cazar. Viene de noche Uruguay Ortega me pide
el arma y se la doy, como es policía se la entregué”.
El jueves me citan de la Seccional 2ª, había
venido el Insp. Curbelo (el que está a cargo de revisar ahora las
investigaciones del triple homicidio) de Montevideo, me preguntan si lo conocía
a Yauzá, a Valenti, me preguntan del arma, allí les digo si me quieren echar la
culpa del crimen, ya le dije al juez que soy inocente. Me pregunta uno que
escribía a máquina, qué relación tenía Yauzá con la mujer de Zunino. Le dije
que no podía decirle porque no fui cama ni colchón, se sienten rumores por
parte del sobrino de Yauzá (que trabaja en la OSE), que mi amigo vivía con
ella. Cuando estoy declarando lo traen a Zunino a declarar, siempre me
preguntan por la vida de la señora de Zunino, les dije que no conocía nada. El
que preguntaba me dice “mirá que el que te echa la culpa a vos es Valenti, que
vos fuiste el que lo mataste”. Valenti está inventando, de dónde sacó eso. El
mismo que escribía a máquina me dice “no hagas caso, lo que pasa es que Valenti
se quiere salvar y te quiere hundir”. Estuve de las 2 de la tarde hasta 7 en la
seccional 2ª, en ningún momento me maltrataron, tampoco lo hicieron en
Investigaciones, nunca estuve en el calabozo, me trataron correctamente. Le
pregunto a Manzanares cuando me sueltan, qué estaba pasando conmigo, me dice:
“lo que pasa es que los vecinos lo ensuciaron, aunque no tanto los vecinos sino
los de Investigaciones, no sé si tienen idea o bronca con usted, lo quieren ver
preso, usted es inocente”. No tengo nada que ver con el crimen y si supiera
quien es el asesino, no se los diría porque no les tengo confianza”.
Cuando usted hablaba inicialmente de una
amante y luego de lo que le preguntan sobre el relacionamiento de Yauzá con la
señora de Zunino, ¿estamos hablando de la misma mujer?
“No, no. Es otra mujer”.
¿Vive acá?
“Vive en Mercedes”.
¿Sabe si fue citada a declarar en algún
momento? ¿Habló con ella después que pasó todo esto?
“Si en este momento a mi me dejaran
actuar –siempre lo dije- voy derecho a la persona, la apreto a la mujer, voy
derecho a ella y se acabó el partido, ella va a lanzar. Ella pasó como tres
meses sin salir a la calle y el padrastro casi dos meses sentado debajo de un
árbol tomando mate, no conversaba con nadie, con una tristeza bárbara, como
asustado. Seguramente sabe algo”.
¿Qué pudo llevar a que esta mujer
estuviera involucrada en la muerte de Yauzá?
“Para mi no se trata de un problema de
amantes, es un invento. El finado había sacado un préstamo de US$ 23.000 o
24.000 que me dijo si le salía de garantía, le dije que sí, que averiguara si
podía salirle. Al otro día me dice, me salió de garantía mi señora, hipotecamos
la casa. Como él era de inventar y contar grandeza, quizás le dijo a los socios
o a la amante que tenía en el aserradero los US$ 24.000, cuando la señora le
había dado US$ 7.000 y el resto lo depositó en COFAC por si no pagaba las cuotas.
Para mí el crimen fue más por la plata que por una cuestión de mujeres”.
¿Qué relación tiene aquello del
patrullero, el Fiat Uno y la participación de policías en este caso que se dijo
desde siempre?
“Porque he visto a policías de
Investigaciones conversar mucho con ella”.
¿Cuándo?
“Muchas veces, hasta ahora y antes
también, lo digo donde quiera. Iba mucho la Policía al negocio de Yauzá a
levantar madera, descarte, siempre le preguntaba qué amistad tenés con la
Policía y él movía la cabeza. El que lo hizo no fue un cualquiera, no fue un
montaraz, ladrillero, hornero, cazador de pájaros, lo matan pero no le sacan el
reloj ni la cadena, me había mostrado un cheque de $ 4.000 para cobrar el
lunes, no le tocaron nada”.
Para usted, quien lo mata ¿puede haber sido
un Policía?
“Sí, pero además recuerde que en dos
ocasiones desapareció el arma estando en custodia de la Policía, nosotros no
vamos a sacar un arma de la Jefatura o de la Comisaría. Siempre dije que la
Policía tuvo que ver, recuerde lo que le dije del patrullero y del Fiat Uno,
este es un crimen policial”.
¿Todo esto lo declaró ante la Policía y
la Justicia?
“Todas las veces lo conversé con el
juez”.
¿Por qué se sumó al grupo de familiares
que reclaman verdad y justicia, participando de las marchas?
“Porque queremos que se aclaren los
crímenes. Yo los conocí a Luis (Gutiérrez), Gladis (Aguirre), había estado
muchas veces en la casa del padre, con Luis salimos varias veces de pesca, me
hacía trabajos en la camioneta, le vendía ladrillos. Hicimos amistad con Wilman
Castro, con familiares de Cuesta, queremos que se aclaren los crímenes. ¿Por
qué no se aclaran? A mi me quisieron hacer cargar con la muerte de Yauzá, algo
similar a lo que está ocurriendo con Gadea, me da lástima lo de Luis A. Cáceres
que está pagando por algo que no hizo. Muchos asumen las culpas por las grandes
palizas que dan, la Policía siempre pegó”.
¿Tuvo oportunidad de hablar con la mamá
de Yauzá?
“Sí, como no, estuvimos conversando, le
conté que me quisieron meter el crimen del hijo, me hicieron allanamiento y no
se animaron a ponerme el arma porque pensaron que mi señora se iba a asustar y
fue todo lo contrario, los enfrentó”.
Resumiendo, de sus palabras se desprende:
para usted es un crimen policial, que no tendría que ver con lo pasional sino
con el robo de dinero, tanto Valenti como Merlo saben quien pudo haberlo
matado, ¿es así?
“Sí”.
¿Dónde está Merlo?
“En Nueva Palmira, siempre jugó para la
Policía, le decía a la viuda de Yauzá que dijera que yo me había peleado con
Yauzá, y la señora le decía que ella no iba a inventar. Quería que la señora se
pusiera del lado de la Policía para hundirme”.
¿Dónde está Valenti?
“En Colombia”.
Lo
seguimos escuchando, “queremos que se aclare el crimen, no sabemos que está
pasando. En su momento el ex Jefe de Policía Luis Suárez Segovia dijo que
estaba todo pronto para realizar procesamientos, sin embargo todo volvió a
cero, después fue el Jefe Olivera Montes que dijo públicamente que el crimen
estaba policialmente aclarado. Lo dijeron ellos, pero sin embargo nunca se
aclaró. Como lo dijo el mismo comisario Chabén cuando estaba en
Investigaciones, “lo tenemos aclarado”, sin embargo lo sacaron de
Investigaciones”.
A pesar de ello, ¿sigue sosteniendo que
no tiene que ver con amoríos con mujer vinculada a la Policía?
“Sí, pero al que deberían preguntarle es
al sobrino de Yauzá, él fue quien dijo en aquella ocasión, quizás él los vio.
Lo que yo ví varias veces es que el auto
de la Jefatura manejado por Brussain iba rumbo a Mauá, yo estaba en mi casa, él
dejaba ahí la “merca”, se iba a Mauá a esperar, pero no sé quien era la mujer”.
Cuando dice “merca” ¿a qué se refiere?
“A la mujer que iba allí. Ella quedaba en
lo de Yauzá y él después pasaba a buscarla y si no venía en el taxi, la dejaba
en el aserradero y seguía para Mauá”.
Después de esto que está diciendo le
tengo que preguntar, ¿qué le pasó a Brussain?
“Lo de Brussain es muy clarito, como él
sabía, había que sacarlo del camino, sabía todo el movimiento y como había sido
la muerte de Yauzá, había que sacárselo de encima”.
¿O sea que en este caso tampoco son
responsables los sordo mudos que están procesados?
“No, no. De los crímenes que ha habido en
Mercedes no le vamos a echar la culpa a los cazadores de pájaros o pescadores,
son profesionales. Como el de Cuesta, Yauzá, Brussain, Fabiana De la Cruz, el
triple homicidio de la familia Gutiérrez, parecería que con algunos matices
serían todos los mismos los que participaron. ¿A quién le podemos echar la
culpa? A la Policía no le tenemos confianza, ahora perdimos la confianza en la
Jueza, la fiscal, no tenemos en quien confiar”.
Publicado en Semanario ENTREGA2000